17.6.09

Perdiendo la capacidad de asombro


El día miércoles 3 de junio TVN emitió un reportaje sobre nuestros honorables diputados. El equipo de periodistas de Informe Especial siguió durante ocho meses el trabajo de los parlamentarios tanto en la Cámara como en sus respectivos distritos, dejando en evidencia las diferentes malas prácticas en las que día a día incurren los legisladores chilenos.


En primer lugar, el reportaje "Lupa a la Cámara" mostró las trampas de los diputados para cumplir con un mínimo de asistencia a la sala. Unos llegan tarde, otros a la hora, pero lo que gran parte de ellos hace es simplemente pasar lista y luego de unos minutos irse de la Cámara quién sabe dónde. Y no lo hacen caminando o en micro, sino que en sus Audi, sus BMW o sus jeep de lujo, los que pagan –me imagino que al contado- con los millonarios sueldos que reciben por no hacer su trabajo. No concuerdo con eso de que una imagen vale más que mil palabras, pero en este caso me dio vergüenza ajena ver cómo el lugar en el que se decide lo que podemos o no hacer los chilenos pasa prácticamente vacío. Con justa razón la Cámara de Diputados, después de los partidos políticos, es la institución peor evaluada por la ciudadanía.

Luego de constatar el síndrome del nido vacío, el reportaje muestra que los pocos diputados que asisten a las sesiones tienden a hacer cualquier cosa para sacar la vuelta. Por ejemplo, Ramón Farías (PPD) y Manuel Rojas (UDI) se entretienen mirando sus páginas de Facebook, mientras que Ignacio Urrutia (UDI) visita la página del Club Hípico para ver la programación de las carreras de caballos. Por lo menos ellos aguantan un rato dentro de la sala, porque lo de René Alinco (PPD) es todavía más descarado. El programa muestra que a los pocos minutos de iniciada la sesión este diputado abandona la sala para ir a lustrarse los zapatos a la Plaza La Victoria. Y cuando la periodista le pregunta por qué lo hace, Alinco responde: “Yo soy un hombre de la construcción, yo soy un hombre de trabajo práctico, el sillón me enferma y salgo todos los días, y lo voy a seguir haciendo con Informe Especial o sin Informe Especial”. Si no es dentro de la sala donde Alinco puede hacer algo por los miles de hombres de la construcción que votaron por él, entonces ¿dónde? Y si tanto le “enferma el sillón” ¿por qué ahora tiene tantas ganas de ocupar uno en el Senado?

Pero la cosa no queda ahí, porque otra de las mañas que muestra el reportaje de TVN se da al momento de votar. Por ejemplo, si un diputado está muy ocupado conversando (quizás de caballos o de sus fotos en Facebook) pues le pide a otro colega que apriete el botón por él. Es así como Claudia Nogueira (UDI) vota por Iván Norambuena (UDI), o Adriana Muñoz (PPD) por Tucapel Jímenez (PPD). Independiente de si estas prácticas son legales o no, creo que el problema es si son correctas o éticas. Porque si un diputado no se preocupa de algo tan básico como estar en su asiento cuando se está aprobando la Ley de Presupuesto, entonces se puede deducir que le importan bien poco los alcances o consecuencias de la misma, ¿o no? Está claro que apretar un botón es algo puramente práctico, pero definitivamente son actitudes que llevan a los electores a preguntarse si no serán un reflejo de la forma en que los diputados realizan el total de su trabajo.

El reportaje también mostró que cuando no está vacía, la Cámara es bien parecida a una sala de clases de primero básico. Los diputados no tienen ningún problema en hablar por celular durante las sesiones y es difícil hacerlos callar para que escuchen a sus colegas. Además, son bien pocos los que efectivamente exponen, y resulta interesante constatar que personajes tan mediáticos como Marco Enríquez-Ominami (ex PS) y Guido Girardi (PPD) son los cuentan con el menor porcentaje de intervenciones. Puede ser que así como Alinco cree que en el sillón no se hace nada importante, Girardi y Enríquez-Ominami piensen que al aparecer constantemente en televisión su trabajo ya está hecho.

El tema más grave que tocó el programa tiene que ver con el destino de las platas que reciben los diputados para establecer sus sedes distritales. Por ejemplo, Julio Dittborn (UDI) registra la dirección de dos casas particulares como sus oficinas, en las que no cuelgan carteles con su nombre o algo que las haga parecer sedes, y las que ni siquiera están dentro de su distrito. Dittborn dice que son casas de dirigentes de la UDI que arrienda para ocuparlas cuando alguien quiere reunirse con él: “(…) me resulta más cómodo, porque yo doy el número de teléfono de ellos, puedo usar la casa de ellos cuando lo estime conveniente y no tengo que preocuparme yo mismo de tener una oficina.” Cuando le preguntan si eso es ilegal, Dittborn responde: “Por lo menos no está prohibido”. Luego de emitido el reportaje, la Fiscalía de Valparaíso inició una investigación por fraude al Fisco en contra de Dittborn.

Desde todos los sectores de la sociedad han surgido voces a favor o en contra de este reportaje, ya sea para criticar la labor de los diputados como para catalogar de buen o mal periodismo lo que hizo Informe Especial. Los políticos se defienden, diciendo que usan Facebook para estar en contacto con sus electores, que si no asisten a las sesiones es porque prefieren hacer “trabajo en terreno”, que el reportaje es sensacionalista porque mostró solamente el lado malo de la Cámara de Diputados, etc. Asimismo, los más destacados columnistas han debatido sobre el tema, y hasta la Iglesia Católica -como siempre- tuvo algo que decir al respecto. El cardenal de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, manifestó su preocupación por las consecuencias que puede tener en la opinión pública las imágenes y el contenido del programa. ¿Le parece mejor al cardenal esconder este tipo de conductas? Si la Iglesia supuestamente está para servir a los más necesitados, ¿no cree que ellos tienen derecho a saber que los legisladores hacen poco y nada por cambiar su situación?

Es cierto que TVN sabía que este programa iba a ser un acierto en términos de rating, porque mostrar las deficiencias de quienes detentan el poder siempre vende bien. Pero no por eso lo que se vio es menos válido, y creo que en este caso la televisión estuvo del lado de la audiencia. En una democracia tan pobre como la chilena, uno de los pocos derechos que tenemos los ciudadanos es a estar informados del comportamiento de quienes se nos imponen como candidatos una y otra vez.


Jueves 18 de junio: para seguir deleitándote con los diputados chilenos, mira cómo Maximiano Errázuriz (RN) engaña al Fisco.

Suma y sigue: Ahora la diputada Claudia Nogueira (UDI) podría ser desaforada debido a que los pagos -financiados con dineros públicos- que hacía todos los meses a sus "asesores" terminaban siendo depositados en la cuenta bipersonal de Nogueira y su marido, Gonzalo Cornejo (ex alcalde de Recoleta). El que siga creyendo que lo que mostró TVN son errores menores que sólo opacan el buen trabajo de los diputados, tiene que ir al oculista o al siquiatra.


10.6.09

MEOMANÍA


Desde que Marco Enríquez-Ominami (ex PS) comenzó su taquillera campaña presidencial el debate se ha centrado casi por completo en él. Lo anterior se debe a múltiples factores, pero principalmente a la habilidad de este personaje al momento de utilizar los canales de información disponibles. Ya sea para alabarlo o criticarlo, todos los sectores políticos han hablado de MEO, y esa es su intención. Mientras siga siendo el personaje más televisado, Enríquez-Ominami deja que los perros ladren. Mejor todavía si ladran los que ostentan el poder en Chile, o los que llevan la batuta en lo que se refiere a análisis político y formación de opinión pública.

El equipo de MEO ha atacado los frentes mediáticos de manera tan exitosa que logró posicionarlo como el hombre clave para el futuro de la democracia en Chile. Sea cierto o no, la cosa es que llegó a desordenar una campaña presidencial que no podía estar más aburrida. Y aunque al principio nadie daba un peso por el díscolo joven, ahora la Concertación y la Alianza por Chile/Coalición por el Cambio tiritan por su culpa.


Lo de Enríquez-Ominami ha sido aún más meteórico e inesperado de lo que fue Leonardo Farkas en su minuto. Dejando de lado el hecho de que MEO es miembro oficial de la clase política, creo que tanto él como Farkas son, de una u otra forma, parte de un mismo fenómeno. Uno que tiene que ver con el descontento político que desde hace tiempo viene gestándose en el país, y que durante estas elecciones ha quedado aún más en evidencia. En gran medida, esto se debe a la patética calidad y representatividad de la democracia chilena, que quedó zanjada en una constitución redactada en dictadura y refrendada majaderamente en la actualidad. MEO lo sabe, lo entiende y lo aprovecha: “Porque Chile cambió”. Este es su slogan de campaña, que no me deja de sorprender por la sensación de continuidad que tiene con el famoso "Viva el Cambio" que usó Joaquín Lavín en su campaña presidencial.


La verdad es que lo anterior poco importa en estos días, porque una de las cosas que realmente cambió en este país (cada uno verá si para bien o para mal) es que la delgada línea que dividía las ideologías de izquierda y de derecha prácticamente desapareció. Y ejemplos hay de sobra: Flores se da vuelta quinientas veces la chaqueta, Schaulson lo hizo hace rato, a Piñera le falta poco para aparecerse en el funeral de un ex MIR, y Evelyn Matthei es ahora la mejor amiga del candidato RN.


Enríquez-Ominami es el que ha salido mejor parado en esto de moverse donde calienta el sol. Principalmente porque asume su cualidad camaleónica sin ningún pudor, y la utiliza para ganar votos en todos los sectores de la sociedad. Para acercarse a los jóvenes “apolíticos”, MEO es al igual que ellos un joven –cineasta además- lleno de ideas nuevas. Para conversar con la izquierda es el hijo de Miguel Enríquez. Para generar simpatía en los sectores de derecha, MEO se muestra como un liberal dispuesto a dejar que el mercado siga su curso. Y para los que no integran ninguno de estos grupos, Enríquez-Ominami es un personaje sumamente atractivo de ver en televisión, sobre todo cuando aparece con Karen Doggenweiler y sus lindas hijas.


Una de las consecuencias que ha tenido la oda al cambio en la actual campaña presidencial ha sido la incorporación de jóvenes promesas en los comandos de Frei y Piñera (Sebastián Bowen y Francisco Irarrázaval respectivamente). Pero a pesar de que ambos candidatos no dudaron en sacarse rápidamente la corbata frente a las cámaras, MEO nuevamente les ganó. Por el simple hecho de que él efectivamente está en los treinta y tantos, y de que no necesita pegarse una estiradita de ojos para disimular la cara de político añejo. La edad y profesión de Enríquez-Ominami le permiten aprovechar mucho mejor que los otros candidatos los diversos medios de comunicación que existen hoy en día. Es cierto que todos tienen Twitter, Facebook, página web y cuanta cosa hay, pero convengamos en que antes de MEO a ningún político que se considerara respetable se le habría pasado por la cabeza tener un reality show.


Pienso que La Ruta del Voto (Via X) es la principal estrategia comunicacional que diferencia a Marco de los otros candidatos, porque cumple todos los deseos de las grandes audiencias. Dejando de lado la pregunta sobre cuánto de lo que vemos es real, La Ruta del Voto es un programa que entretiene porque exhibe la vida privada de un hombre público, y que funciona porque genera una sensación de cercanía con las personas al mostrar cosas tan banales como una familia tomando desayuno. Además, al presentar a Marco como alguien común y corriente es más fácil que la gente vaya a las notarías a apoyar su candidatura, o que aporte algunos pesos para su campaña.

Cada día más las personas deciden por quién votar basándose principalmente en el candidato mismo y no tanto en el partido o la ideología a la que adhiere. Es así como los medios de comunicación se han convertido en el escenario por excelencia para ganar credibilidad y respeto. Los presidenciables lo entienden y por eso hacen cualquier cosa con tal de conseguir una portada o unos minutos en radio y televisión.
Dentro de este contexto MEO corre con ventaja, porque apareció hace poco tiempo y se erige como una novedad que contrasta con la imagen manoseada y desgastada de Piñera y de Frei.

Por ahora, creo que el gran cambio que vive Chile tiene que ver con que los medios de comunicación consiguieron material joven y moderno para llenar sus parrillas programáticas.
En diciembre veremos cuánto avalan los chilenos la novedad que Enríquez-Ominami propone en televisión. Sobre todo en una instancia tan privada y anónima como es el momento de votar.

5.6.09

The Clinic, Especial MUCHO MIEDO


Algunos temores cotidianos


UN PEREJIL ENTRE LOS DIENTES

Miedo a morir, a enfermarse gravemente, a que los que quieres se mueran. Miedo a no llegar a fin de mes, a quedar obsoleto, a pasar vergüenza, a no ser valiente cuando tienes que serlo. Miedo a que no se te pare o a que se te pare en la piscina; a que te echen, a que vuelva Frei Bolívar. Miedo a que Dios no exista, pero mucho más a que exista. Miedo a despertar transformado en Pato Laguna. Miedo a que los que quieres sufran y no puedas hacer nada o a que tú seas la causa de su sufrimiento y tampoco lo puedas evitar. Miedo a tener un perejil entre los dientes. Miedo a que los testigos de Jehová te toquen el timbre el domingo en la mañana, a que suene el teléfono a medianoche y sea la muerte; miedo a la muerte, pero más miedo a aceptarla como un regalo, como los padres de las niñas del colegio Cumbres; miedo a las declaraciones de la ministra del Trabajo, a no ser feliz, a perder las ganas de ser feliz; miedo a tener de nuevo esa pesadilla de que estás en el colegio y no estudiaste para la prueba; a despertar transformado en Susan Boyle; a llenarte de miedos estúpidos y heredárselos a tus hijos. Miedo a que nadie te saque a bailar, a que estés en el baño y te abran la puerta. Miedo a ponerte latero. Miedo a tener cáncer, pero mucho más a volverlo a tener; a haber dejado la estufa encendida, la puerta sin llave, un cigarro mal apagado, un mojón flotando en el wc de una casa ajena; miedo a no entender pero más miedo a preguntar. Miedo a estar gorda, a estar fea, a estar hedionda. Miedo a quedarte sola. Miedo a decir una tontera, pero más miedo a no decir nada. Miedo a que gane Enríquez-Ominami. Miedo a las isapres (muy lógico), a dejar a tu hijo con un cura o con un vecino, a sentir ruidos en el living. Miedo a pasar por una calle oscura pero más miedo a toparse con un control de carabineros. Miedo a que se te salga un peo justo cuando va pasando un ángel en una reunión masiva; miedo a mirar tu fondo de pensiones. Miedo a la muerte estúpida que te hace sentir que la vida es un accidente; pero mucho más a que Dios sea lo que dice el cura Hasbún. Miedo a que los huevones que te iban a instalar el tv cable no lleguen, a que Mauricio Israel vuelva. Miedo a ver el resultado del papanicolau, a que te digan que ya no te quieren, a que te sea infiel. Miedo a separarte, pero mucho más a equivocarte por segunda vez. Miedo a alguien que se apoya en una baranda en el piso 20; miedo a tener los tics de Piñera; miedo a un sitio eriazo pero harto miedo también a que un grupo de cuicos te rotee. Miedo a la Plaza Italia después de las 2 de la mañana pero mucho más miedo a tener la vida de la mujer a la que el marido le pega a cualquier hora. Miedo a que te dejen; miedo a ser viejo o transformarse en un viejo de mierda. Miedo a despertar transformado en Fernando Flores. Miedo a perder la casa, a perder un avión, a que el avión se pierda. Miedo a dar miedo y a que los que te temen decidan hacer algo al respecto. Miedo a la delincuencia, pero más miedo a las farmacias y a las AFP. Miedo a que te cachen pelando, pero más miedo a oír cómo te pelan; miedo a tener un hijo soltera y a no tener un hijo nunca; miedo a caer y soñar con que te caes; a que te pongan en el grupo de facebook “yo salí con un saco de weas” y que haya cientos de comentarios bajo tu nombre; miedo a que el jamón tenga mierda y la hamburguesa te intoxique y los pesticidas de la lechuga te produzcan cáncer en 10 años más y nunca sepas por qué moriste. Miedo a quedar en panne en la noche en la carretera, con los autos pasando a tu lado a toda velocidad. Miedo a que los winners, al final del capítulo, sigan cortándola con cincel; miedo a que a tu micro se suba un piño de la Garra Blanca; miedo a uno mismo, a no elegir bien sabiendo que la estás cagando, pero más miedo a la vida miedosa del que nunca perdió el control. Miedo a tener una feroz envidia por los que caen parados, aun cuando la embarran mucho más que uno; miedo a que esa envidia te pudra el alma; y miedo a que los que caen parados, más encima, se vayan al cielo porque tienen el alma pura. Miedo a andar pasado a ala, a tener hedionda la que cuelga cuando inesperadamente salta la liebre, a tener arrugas hasta en el escote. Miedo a que te pillen, pero más miedo a pillar a los que quieres; miedo a que un argentino te hable de fútbol, a que El Mercurio pase colado. Miedo a Falabella, miedo a que el mozo con el que peleaste haya escupido en tu café; miedo a manchar con sangre la falda, miedo a no tener buena portada. Miedo a olvidarse de todo, hasta de los miedos. Miedo a no tener miedo, a ser temerario.

(The Clinic, 4 de mayo)


Y usted, ¿a qué le tiene miedo, ah?


Chile y Bolivia: Conversación con Ignacio Walker en la UAH

Ignacio Walker, ex canciller chileno:

"Perú tiene la llave del candado en cualquier cesión que haga Chile a Bolivia"


El domingo pasado Evo Morales dio una entrevista a La Tercera en la que sostiene que la demanda marítima que el gobierno peruano interpuso contra Chile en el Tribunal de La Haya no ha hecho más que frustrar la búsqueda de un acuerdo marítimo entre Chile y Bolivia. Y a pesar de que lo primero que dijo Igancio Walker fue que no se iba a referir a las relaciones diplomáticas entre el gobierno de Alan García y el de Evo Morales, de una u otra manera el ex canciller abordó el tema. Sobre todo en lo que respecta al rol histórico que Perú ha tenido en una eventual salida al mar para Bolivia. Porque en 1929 Chile y Perú firmaron un tratado en el que, entre otras cláusulas, se estipuló que nuestro país no puede ceder ningún territorio que haya pertenecido a Perú. "Después de ese tratado la llave la tiene Perú y no hay vuelta que darle", dice Walker.

El ex canciller chileno asistió ayer a la Universidad Alberto Hurtado para conversar con alumnos y profesores sobre los diferentes conflictos entre Chile y sus vecinos. Habló de las relaciones diplomáticas entre Bolivia y Chile desde la Guerra del Pacífico (1879) en adelante, y también se refirió a las pretensiones geopolíticas que Perú reclama frente a la Corte Internacional de Justicia. Respecto de este tema, Walker dice tener la seguridad de que la decisión del tribunal va a ratificar el tratado bilateral que sindica al paralelo del hito número uno como límite marítimo invariable.

Independiente de l
as tensiones que caracterizan la historia de estos tres países, Walker sostiene que la realidad sociopolítica de Bolivia es en sí misma muy compleja. Desde su independencia (1825) este país ha tenido grandes problemas para consolidarse como nación; desde el punto de vista institucional, económico, cultural, político y territorial. Con respecto a lo último, Bolivia ha perdido 1.200.000 kilómetros cuadrados. Y el 10% de ellos pasaron a ser de Chile en la Guerra del Pacífico (mar incluido). "Lo de Bolivia es una historia de desgarros y dificultades serias", dice el ex canciller.

Luego de diversos desencuentros, Chile zanja los coletazos de esta guerra en 1904 con Bolivia y en 1929 con Perú. "El Tratado de 1904, que fue libremente celebrado entre ambos países, contempla la cesión territorial de Bolivia a Chile, y tiene una legitimidad jurídica y política que no se puede negar", sostiene Walker.

Sin embargo, en 1920 surge en Bolivia una tesis revisionista del tratado que contempla un acceso soberano al océano Pacífico. Desde ese momento hubo al menos diez conversaciones formales entre Chile y Bolivia para resolver este tema, pero ninguna prosperó. Algunas de ellas se llevaron a cabo en 1926 y 1951 e incluyeron, por ejemplo, la cesión de un corredor con acceso soberano al Pacífico, al sur de la Línea de la Concordia.

La conversación más importante se dio en dictadura, en 1975. Pinochet ofrece una salida soberana al mar a cambio de una compensación territorial. Chile consulta a Perú y éste propone un régimen de soberanía compartida y una administración tripartita del puerto de Arica, pero Chile no acepta porque cree que esto sólo perpetuará el conflicto. "En el fondo Perú lo hizo para frustrar la iniciativa entre Chile y Bolivia, porque la teoría no explicitada es que quiere mantener su doctrina de limitar con Chile", dice Walker.
Sin contar el intervalo entre los años 1975-78, las relaciones diplomáticas entre Chile y Bolivia se cortan desde 1962. Recién al final de gobierno de Frei se suscribe un acuerdo que se define como diálogos bilaterales sin exclusiones. Luego, Ricardo Lagos establece una agenda -en la que participa Ignacio Walker- que consta de trece puntos y que tiene como sexto ítem el tema marítimo. "Por eso, no es cierto que haya una obsesión por parte de Chile de no responder a la aspiración boliviana", dice Walker.

Uno de los factores importantes que ha impedido la solución del tema marítimo es la situación interna de Bolivia. "Bolivia está en una encrucijada", dice el ex ministro, ya que aún cuando Evo Morales tiene un 67% de apoyo y ha emprendido una reestructuración democrática y cultural en su país, la situación no es fácil. Porque convive con dos oposiciones muy distintas y poderosas: la política, que tiene mayoría en el Senado, y la oposición territorial de las provincias de Pando, Beni, Tarija y Santa Cruz. "Sin embargo, Bolivia ha tratado con mucho realismo, inteligencia y pragmatismo el tema con Chile. Estamos en un buen pie para crear condiciones de confianza mutua", dice Walker.

Debido a la tensión con Perú, el ex canciller dice que deben buscarse soluciones bilaterales que no lo involucren, pero es casi imposible que sean soberanas porque se cortaría el territorio chileno en dos. Pueden ser enclaves portuarios, servidumbres, corredores, etc. "Todo lo que aguante la imaginación y el arte de la diplomacia", dice el ex ministro.

Por último, Walker se refirió a un tema muy importante, que tiene relación con el rol que juega la opinión pública chilena en las relaciones con Bolivia. Según diversas encuestas, nuestro país está mayoritariamente en contra de otorgarle una salida soberana al mar. Y en el caso de Bolivia, su latente crisis estructural tampoco ayuda. El respaldo de los habitantes de ambos países es un gran problema, porque para negociar es necesario que exista legitimidad interna.