10.6.09
MEOMANÍA
Desde que Marco Enríquez-Ominami (ex PS) comenzó su taquillera campaña presidencial el debate se ha centrado casi por completo en él. Lo anterior se debe a múltiples factores, pero principalmente a la habilidad de este personaje al momento de utilizar los canales de información disponibles. Ya sea para alabarlo o criticarlo, todos los sectores políticos han hablado de MEO, y esa es su intención. Mientras siga siendo el personaje más televisado, Enríquez-Ominami deja que los perros ladren. Mejor todavía si ladran los que ostentan el poder en Chile, o los que llevan la batuta en lo que se refiere a análisis político y formación de opinión pública.
El equipo de MEO ha atacado los frentes mediáticos de manera tan exitosa que logró posicionarlo como el hombre clave para el futuro de la democracia en Chile. Sea cierto o no, la cosa es que llegó a desordenar una campaña presidencial que no podía estar más aburrida. Y aunque al principio nadie daba un peso por el díscolo joven, ahora la Concertación y la Alianza por Chile/Coalición por el Cambio tiritan por su culpa.
Lo de Enríquez-Ominami ha sido aún más meteórico e inesperado de lo que fue Leonardo Farkas en su minuto. Dejando de lado el hecho de que MEO es miembro oficial de la clase política, creo que tanto él como Farkas son, de una u otra forma, parte de un mismo fenómeno. Uno que tiene que ver con el descontento político que desde hace tiempo viene gestándose en el país, y que durante estas elecciones ha quedado aún más en evidencia. En gran medida, esto se debe a la patética calidad y representatividad de la democracia chilena, que quedó zanjada en una constitución redactada en dictadura y refrendada majaderamente en la actualidad. MEO lo sabe, lo entiende y lo aprovecha: “Porque Chile cambió”. Este es su slogan de campaña, que no me deja de sorprender por la sensación de continuidad que tiene con el famoso "Viva el Cambio" que usó Joaquín Lavín en su campaña presidencial.
La verdad es que lo anterior poco importa en estos días, porque una de las cosas que realmente cambió en este país (cada uno verá si para bien o para mal) es que la delgada línea que dividía las ideologías de izquierda y de derecha prácticamente desapareció. Y ejemplos hay de sobra: Flores se da vuelta quinientas veces la chaqueta, Schaulson lo hizo hace rato, a Piñera le falta poco para aparecerse en el funeral de un ex MIR, y Evelyn Matthei es ahora la mejor amiga del candidato RN.
Enríquez-Ominami es el que ha salido mejor parado en esto de moverse donde calienta el sol. Principalmente porque asume su cualidad camaleónica sin ningún pudor, y la utiliza para ganar votos en todos los sectores de la sociedad. Para acercarse a los jóvenes “apolíticos”, MEO es al igual que ellos un joven –cineasta además- lleno de ideas nuevas. Para conversar con la izquierda es el hijo de Miguel Enríquez. Para generar simpatía en los sectores de derecha, MEO se muestra como un liberal dispuesto a dejar que el mercado siga su curso. Y para los que no integran ninguno de estos grupos, Enríquez-Ominami es un personaje sumamente atractivo de ver en televisión, sobre todo cuando aparece con Karen Doggenweiler y sus lindas hijas.
Una de las consecuencias que ha tenido la oda al cambio en la actual campaña presidencial ha sido la incorporación de jóvenes promesas en los comandos de Frei y Piñera (Sebastián Bowen y Francisco Irarrázaval respectivamente). Pero a pesar de que ambos candidatos no dudaron en sacarse rápidamente la corbata frente a las cámaras, MEO nuevamente les ganó. Por el simple hecho de que él efectivamente está en los treinta y tantos, y de que no necesita pegarse una estiradita de ojos para disimular la cara de político añejo. La edad y profesión de Enríquez-Ominami le permiten aprovechar mucho mejor que los otros candidatos los diversos medios de comunicación que existen hoy en día. Es cierto que todos tienen Twitter, Facebook, página web y cuanta cosa hay, pero convengamos en que antes de MEO a ningún político que se considerara respetable se le habría pasado por la cabeza tener un reality show.
Pienso que La Ruta del Voto (Via X) es la principal estrategia comunicacional que diferencia a Marco de los otros candidatos, porque cumple todos los deseos de las grandes audiencias. Dejando de lado la pregunta sobre cuánto de lo que vemos es real, La Ruta del Voto es un programa que entretiene porque exhibe la vida privada de un hombre público, y que funciona porque genera una sensación de cercanía con las personas al mostrar cosas tan banales como una familia tomando desayuno. Además, al presentar a Marco como alguien común y corriente es más fácil que la gente vaya a las notarías a apoyar su candidatura, o que aporte algunos pesos para su campaña.
Cada día más las personas deciden por quién votar basándose principalmente en el candidato mismo y no tanto en el partido o la ideología a la que adhiere. Es así como los medios de comunicación se han convertido en el escenario por excelencia para ganar credibilidad y respeto. Los presidenciables lo entienden y por eso hacen cualquier cosa con tal de conseguir una portada o unos minutos en radio y televisión. Dentro de este contexto MEO corre con ventaja, porque apareció hace poco tiempo y se erige como una novedad que contrasta con la imagen manoseada y desgastada de Piñera y de Frei.
Por ahora, creo que el gran cambio que vive Chile tiene que ver con que los medios de comunicación consiguieron material joven y moderno para llenar sus parrillas programáticas. En diciembre veremos cuánto avalan los chilenos la novedad que Enríquez-Ominami propone en televisión. Sobre todo en una instancia tan privada y anónima como es el momento de votar.
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1 comentario:
Yo creo que ahora como independiente, MEO tiene mas posibilidades que nunca de llegar a pelear la segunda vuelta con Piñera. Eso quiero ver...Una segunada vuelta entre MEO y Piñera... Va a ser chistoso ver como toda la Concerta se da vuelta para apoyarlo...
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